martes, junio 20, 2006
Elemento Crítica: El Gigante Egoísta
Que manera de ganar plata. La frase tan típicamente chilena (con ciertos grado de envidia aprendida generacionalmente) se nos está devolviendo como boomerang. Nuestra vieja usanza de ver la paja en el ojo ajeno y los avances en la casa del vecino nos hizo mirar con ciertos grados de arribismo potencial el progreso de otras naciones europeas, que basadas en sus niveles de organización sumaban dinerales a su chequera fiscal propiciando el desarrollo sostenido.
Resulta que ahora quienes de alguna manera se están viendo beneficiados con el macro ingreso de recursos frescos a su cuenta corriente país somos nosotros. Y a ratos parecemos proletariado con un cartón ganador del kino en el bolsillo sin saber cómo hacerlo durar evitando caer en el despilfarro, lo que para el caso se asemeja más a la versión moderna del Gigante Egoísta.
Vamos viendo. ¿No es acaso contraproducente que en los mismos bloques de noticias veamos como el precio del cobre y del dólar se disparan inconsecuentemente como Speedy González? ¿O que el gobierno se haya quedado corto en el cálculo del crecimiento interno (presupuestaba 2, 7 y llegaría al 5,5 %) mientras títulos de uso masivo como el combustible incrementen su lift a niveles insostenibles?
Sostener que en Chile se gastan mal los recursos fiscales es un palo de ciego. El aumento de la riqueza nacional es directamente proporcional a las medidas de integración exterior que en materia económica viene propiciando la concertación desde sus anteriores períodos en el poder. Y que se materializó bajo la batuta de Ricardo Lagos y su firma de tratados comerciales de entero superávit en cuanto a bajar el costo de vida. Adelantos que pasan inadvertidos al ojo colectivo.
Un ejemplo. El desembolso por una compra tiene hoy concesiones tales que usted paga mucho menos que ayer por un jeans o una casa. Las tasas de interés entraron a la parrilla del regateo y eso beneficia al consumidor. Pero, ¿y los más pobres?
Chile sigue siendo uno de los países con desequilibrio social más ostentoso y retrasado del globo. Por más que exista bonanza, esa sigue perteneciendo a sesgados sectores de la sociedad. La clase media se queja y es incapaz de ver que hay una parte del país que no avanza. No es tan cierto eso de la vocación solidaria e igualitaria.
Nuestro régimen económico esta basado en el famoso libre mercado. Sin embargo, cada vez observamos con espanto cómo las multinacionales con capitalistas internos incluídos en su mesa directiva manejan a su antojo los devenires del flujo monetario nacional. ¿O usted cree que a los altos magnates les conviene eso de que en Chile queremos igualdad de educación para todos? Siga la cadena. Si aumenta el nivel cultural del proletariado, estos podría acrecentar su capacidad de endeudamiento. Hasta ahí todo bien. Los problemas empiezan cuando este grupo, como correspondería, se ponga más exigente en la exigencia de bienes y servicio de calidad. Eso obliga a mayor competencia y a la existencia de más proveedores. Claramente, es malo para el negocio.
Entonces no esperemos que gran parte de la tajada de esos U$ 7513 millones vayan a parar a todos por igual. Que se mejore la educación municipal o que el precio de la bencina vaya a parar a niveles decentes. Ni hablar de que el sueldo mínimo supere pronto la barrera de los 200 mil pesos o que la cifra de cesantía caiga hasta un 5% y se aleje del fantasma de los 10 puntos. Eso no va a pasar. Por más que crezca la torta, esta seguirá estando pésimamente repartida. Lucas más o lucas menos en la caja fuerte del Estado en verdad da lo mismo.
Resulta que ahora quienes de alguna manera se están viendo beneficiados con el macro ingreso de recursos frescos a su cuenta corriente país somos nosotros. Y a ratos parecemos proletariado con un cartón ganador del kino en el bolsillo sin saber cómo hacerlo durar evitando caer en el despilfarro, lo que para el caso se asemeja más a la versión moderna del Gigante Egoísta.
Vamos viendo. ¿No es acaso contraproducente que en los mismos bloques de noticias veamos como el precio del cobre y del dólar se disparan inconsecuentemente como Speedy González? ¿O que el gobierno se haya quedado corto en el cálculo del crecimiento interno (presupuestaba 2, 7 y llegaría al 5,5 %) mientras títulos de uso masivo como el combustible incrementen su lift a niveles insostenibles?
Sostener que en Chile se gastan mal los recursos fiscales es un palo de ciego. El aumento de la riqueza nacional es directamente proporcional a las medidas de integración exterior que en materia económica viene propiciando la concertación desde sus anteriores períodos en el poder. Y que se materializó bajo la batuta de Ricardo Lagos y su firma de tratados comerciales de entero superávit en cuanto a bajar el costo de vida. Adelantos que pasan inadvertidos al ojo colectivo.
Un ejemplo. El desembolso por una compra tiene hoy concesiones tales que usted paga mucho menos que ayer por un jeans o una casa. Las tasas de interés entraron a la parrilla del regateo y eso beneficia al consumidor. Pero, ¿y los más pobres?
Chile sigue siendo uno de los países con desequilibrio social más ostentoso y retrasado del globo. Por más que exista bonanza, esa sigue perteneciendo a sesgados sectores de la sociedad. La clase media se queja y es incapaz de ver que hay una parte del país que no avanza. No es tan cierto eso de la vocación solidaria e igualitaria.
Nuestro régimen económico esta basado en el famoso libre mercado. Sin embargo, cada vez observamos con espanto cómo las multinacionales con capitalistas internos incluídos en su mesa directiva manejan a su antojo los devenires del flujo monetario nacional. ¿O usted cree que a los altos magnates les conviene eso de que en Chile queremos igualdad de educación para todos? Siga la cadena. Si aumenta el nivel cultural del proletariado, estos podría acrecentar su capacidad de endeudamiento. Hasta ahí todo bien. Los problemas empiezan cuando este grupo, como correspondería, se ponga más exigente en la exigencia de bienes y servicio de calidad. Eso obliga a mayor competencia y a la existencia de más proveedores. Claramente, es malo para el negocio.
Entonces no esperemos que gran parte de la tajada de esos U$ 7513 millones vayan a parar a todos por igual. Que se mejore la educación municipal o que el precio de la bencina vaya a parar a niveles decentes. Ni hablar de que el sueldo mínimo supere pronto la barrera de los 200 mil pesos o que la cifra de cesantía caiga hasta un 5% y se aleje del fantasma de los 10 puntos. Eso no va a pasar. Por más que crezca la torta, esta seguirá estando pésimamente repartida. Lucas más o lucas menos en la caja fuerte del Estado en verdad da lo mismo.
Comments:
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Sobretodo pa los periodistas. Poco caché. Yo opino de actualidad pero me superas, me superas... jajaja
concuerdo que es demasiado largo el texto, sobre todo para internet que es un tanto agotador, pero de todos modos encuentro bastante interesante lo que escribes, es una discurso que por más que se re-escriba aún no queda con fundamento en las cabecillas de las personas..
saludos
saludos
Ahh, Jano, parece que en vez de enviarte ideas voy a empezar a publicar decálogos yo. Tiene más éxito.
Sira: Por qué no haces lo que dices que tienes ganas de hacer el tu último post...
Fran: Me sigo conmoviendo con tu discurso.
Chascón: La p...
Fran: Me sigo conmoviendo con tu discurso.
Chascón: La p...
es la idea, pero el miedo a veces invade... ¿miedo a qué? jaja bucha en realidad de querer hacer todas esas cosas con una persona en especial y no saber que pasa por su cabecilla, pero el que no se arriesga no cruza el río... o no?
saludos...
saludos...
Eso, aunque sea correntoso y hondo. Aunque no haya puente. Láncense no más. Si se ahogan, mala cueva
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