viernes, agosto 04, 2006
Elemento anecdotario: "M"
La llamada fue sorpresiva. “Murió tu tía Nydia, voy viajando a Santiago” dijo mi madre desde Concepción. Tenía que acompañarla. Pero desde que sepultaron a mi padre siempre apelé al recelo como excusa. Una idea cruzó rauda por mi mente. “M”… Tengo que ver a “M”. De esa manera, el viaje valdrá la pena.
Más de 16 horas en bus desde Quellón a la República Independiente de Colina. Peor si les cuento que aquél funeral -lo más trágico que presencié en mi vida- fue al día siguiente y en el otro extremo de la capital, Malloco. Mi estado corporal yacía en la cuna de lo deplorable. Dos días sin dormir, los trayectos, ansiedades, mala alimentación y la poca comodidad... Apenas me quedó el consuelo de ganarme una familia lejana que ni siquiera conocía bien.
Pero… ¿y “M”? Yo quería que el periplo tuviese un dejo satisfactorio, más allá que solidaridad rigurosa con los deudos. Suena egoísta, ya sé. Entendía que estando tan cerca no me iba a perdonar la sola opción de pasar sin mirarla a los ojos, decirle cuan importante era para mi.
Ya en el centro de Santiago y tras dejar a mi madre rumbo a Concepción necesitaba un ciber para dejarle a “M” un número móvil donde contactar. Horas perdidas. Regresé a lo mismo pero ya cayó la tarde y todo se volvía más oscuro. Gasté tiempo con una amiga bloguer, la que palpó que mi descanso chilote –que se renueva pronto, no se equivoque- ya permitió cambiar el switch como pretendí en un principio. Todo bien, podrá decirme usted. No… Tenía alta sensación de angustia. Yo quería estar con “M”.
Ella apareció tarde en el PC y jugueteó más de la cuenta. La misma chica de los arrebatos que conocía, que dejé de frecuentar, a la que necesitaba decirle tantas cosas y escucharle otras aún no se decidía. Eso de los arrebatos lo acoto porque cuando arrojé la toalla y miraba al reloj marcando una hora y media para el time back, ella salió de la monotonía. No habría café ni clima íntimo. Pero sí había que verse.
Lugar y minuto señalado. Pasó rauda y volvió de súbito. Allí estaba, tan diferente. No era la “M” que yo conocí. Oculta en un almacén portátil de lanas -por la cresta que hace frío en Santiago- y tapada cual mujer libanesa en plena calle. Era otra... Aquél reencuentro en la soledad nocturna del metro santiaguino fue más frío que el imaginado por los peores pesimistas.
Hablamos… Una hora quizás. Mientras ella intentaba aclarar cosas yo traté de recuperar su confianza. Como al principio. Y lo conseguí, dije algunas de las frases que memorizaba en las horas previas. Hasta matamos a Baldor por segunda vez inventando a ratos que “la suma de todo lo hablado –por ambos- es igual a la nada misma”. Una encantadora fórmula cuando se trata de “M”.
A veinte minutos para mi hora tope le pedí que dejáramos hasta ahí el encuentro. Mi boleto de regreso tenía rótulo. Fue cuando supe que allí terminaba una fase nuestra y empezaba otra mejor y distinta. Supe que ella entendió por fin mi necesidad de estar allí esa noche. Hasta se descubrió la cara y pude verla más linda, transparente y sincera que nunca. Los ojos dicen mucho. Su abrazo final selló aquella aventura que por días creí necesaria. Y que fue potente, extraña, inexplicable. Pero verdadera y reconfortante. Tan bizarra como increíble.
Crucé la Alameda despoblada y entre la prisa voltee para mirarla por última vez. Allá iba “M”, rauda, algo preocupada y descolocada. Pero conciente de que nuestro encuentro también generó en ella lazos que no se romperán fácilmente. Subí al bus y me dormí hasta llegar a Concepción. Extrañamente con una sonrisa en medio de un viaje que comenzó tan gris. Había corrido, desesperé por momentos, estuve absolutamente reventado de cuerpo y mente. Cuando desperté estaba ya en casa con la misma alegría que concilié aquél reparador sueño. Y todo por “M”, por su abrazo tan "locuaz". Sí... El viaje y todos sus bemoles habían valido la pena. Como nunca antes. No me queda duda alguna. Fue una jugada maestra que me debía, que me hacía falta, una definitivamente increíble. A veces las sensaciones dicen más que mil palabras...
Más de 16 horas en bus desde Quellón a la República Independiente de Colina. Peor si les cuento que aquél funeral -lo más trágico que presencié en mi vida- fue al día siguiente y en el otro extremo de la capital, Malloco. Mi estado corporal yacía en la cuna de lo deplorable. Dos días sin dormir, los trayectos, ansiedades, mala alimentación y la poca comodidad... Apenas me quedó el consuelo de ganarme una familia lejana que ni siquiera conocía bien.
Pero… ¿y “M”? Yo quería que el periplo tuviese un dejo satisfactorio, más allá que solidaridad rigurosa con los deudos. Suena egoísta, ya sé. Entendía que estando tan cerca no me iba a perdonar la sola opción de pasar sin mirarla a los ojos, decirle cuan importante era para mi.
Ya en el centro de Santiago y tras dejar a mi madre rumbo a Concepción necesitaba un ciber para dejarle a “M” un número móvil donde contactar. Horas perdidas. Regresé a lo mismo pero ya cayó la tarde y todo se volvía más oscuro. Gasté tiempo con una amiga bloguer, la que palpó que mi descanso chilote –que se renueva pronto, no se equivoque- ya permitió cambiar el switch como pretendí en un principio. Todo bien, podrá decirme usted. No… Tenía alta sensación de angustia. Yo quería estar con “M”.
Ella apareció tarde en el PC y jugueteó más de la cuenta. La misma chica de los arrebatos que conocía, que dejé de frecuentar, a la que necesitaba decirle tantas cosas y escucharle otras aún no se decidía. Eso de los arrebatos lo acoto porque cuando arrojé la toalla y miraba al reloj marcando una hora y media para el time back, ella salió de la monotonía. No habría café ni clima íntimo. Pero sí había que verse.
Lugar y minuto señalado. Pasó rauda y volvió de súbito. Allí estaba, tan diferente. No era la “M” que yo conocí. Oculta en un almacén portátil de lanas -por la cresta que hace frío en Santiago- y tapada cual mujer libanesa en plena calle. Era otra... Aquél reencuentro en la soledad nocturna del metro santiaguino fue más frío que el imaginado por los peores pesimistas.
Hablamos… Una hora quizás. Mientras ella intentaba aclarar cosas yo traté de recuperar su confianza. Como al principio. Y lo conseguí, dije algunas de las frases que memorizaba en las horas previas. Hasta matamos a Baldor por segunda vez inventando a ratos que “la suma de todo lo hablado –por ambos- es igual a la nada misma”. Una encantadora fórmula cuando se trata de “M”.
A veinte minutos para mi hora tope le pedí que dejáramos hasta ahí el encuentro. Mi boleto de regreso tenía rótulo. Fue cuando supe que allí terminaba una fase nuestra y empezaba otra mejor y distinta. Supe que ella entendió por fin mi necesidad de estar allí esa noche. Hasta se descubrió la cara y pude verla más linda, transparente y sincera que nunca. Los ojos dicen mucho. Su abrazo final selló aquella aventura que por días creí necesaria. Y que fue potente, extraña, inexplicable. Pero verdadera y reconfortante. Tan bizarra como increíble.
Crucé la Alameda despoblada y entre la prisa voltee para mirarla por última vez. Allá iba “M”, rauda, algo preocupada y descolocada. Pero conciente de que nuestro encuentro también generó en ella lazos que no se romperán fácilmente. Subí al bus y me dormí hasta llegar a Concepción. Extrañamente con una sonrisa en medio de un viaje que comenzó tan gris. Había corrido, desesperé por momentos, estuve absolutamente reventado de cuerpo y mente. Cuando desperté estaba ya en casa con la misma alegría que concilié aquél reparador sueño. Y todo por “M”, por su abrazo tan "locuaz". Sí... El viaje y todos sus bemoles habían valido la pena. Como nunca antes. No me queda duda alguna. Fue una jugada maestra que me debía, que me hacía falta, una definitivamente increíble. A veces las sensaciones dicen más que mil palabras...
After post 1: No crea que regrese a escribir y tal. Fue sólo una emergencia que decidí plasmar. El retiro chilote se mantiene. Bien que me hace.
After post 2: Quienes me conocen y están con la incógnita de saber quien es “M”, quédense con la duda… Nunca lo sabrán. Ella es algo anterior y superior a ustedes.
After post 3: “M” nunca leerá esto así que aprovecho el desahogo. Lo del humor y la crítica lo prometo para el regreso definitivo de El Pinto Elemento.
After post 4: Viajé de vuelta en Tur Bus con una gordita flatulenta al lado. Menos mal que este humilde superhéroe de la actualidad traía sueño. Pero sí… es verdad. Son inseguros. El chofer se durmió, el bus volcó y cayó en el puente sobre el Río Ñuble. Tras siete horas navegando río abajo conecté con el Andalién y llegué a destino. La gordita sirvió de flotador. Usted nunca viaje en Tur Bus, menos si no trae un salvavidas humano y grasiento a su diestra.
After post 2: Quienes me conocen y están con la incógnita de saber quien es “M”, quédense con la duda… Nunca lo sabrán. Ella es algo anterior y superior a ustedes.
After post 3: “M” nunca leerá esto así que aprovecho el desahogo. Lo del humor y la crítica lo prometo para el regreso definitivo de El Pinto Elemento.
After post 4: Viajé de vuelta en Tur Bus con una gordita flatulenta al lado. Menos mal que este humilde superhéroe de la actualidad traía sueño. Pero sí… es verdad. Son inseguros. El chofer se durmió, el bus volcó y cayó en el puente sobre el Río Ñuble. Tras siete horas navegando río abajo conecté con el Andalién y llegué a destino. La gordita sirvió de flotador. Usted nunca viaje en Tur Bus, menos si no trae un salvavidas humano y grasiento a su diestra.
Comments:
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Apareciste!!!!!!!!!!!! Pasa a saludar si es que te vas de nuevo, o leí mal...
Oye, quien diablos es "M", Quedé más metido que churrín del pasapoga...jajajajaa
Oye, quien diablos es "M", Quedé más metido que churrín del pasapoga...jajajajaa
Mireeeee, aparecio y con novedades... Cuidado, hay gente que traiciona de repente socio... Digo si es quien yo creo que es...
Jajaja, la gordita no era la que jotea a Los Futboleros por internet, cierto? Ya sería el colmo de la mala suerte.
Pd: Cristobal con mucho que hacer y el otro blog muere al tiro, ponle orden
Pd: Cristobal con mucho que hacer y el otro blog muere al tiro, ponle orden
Cata: No era la misma aunque algo hay...
Otros: Naaa, no se cuenta... Ni siquiera vale la pena para el clan...
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