El Pinto Elemento

¡Aguante San Valentín!

Si pues, el mentado día llegó. Aquél en que el comercio se regocija con las parejas de raciocinio materialista, la jornada en que Cupido es más rostro que Zamorano con el Transantiago, el minuto feliz del peluche Village, el buen chocolate con relleno, la rosa roja clásica, la cena en restaurant, la tarjeta con la frase cliché, el cariño material en su expresión máxima. Una tontera más del sistema. Aunque reconozcamos que mal que mal, todos –o casi todos- ya fueron absorbidos por el maldito sistema.

Lejos de esa ufana y supina concepción del asunto, sepa usted que en el fondo esto se trata de amor. Y el amor, como tal, requiere de un día a día, de un cultivo. Por lo que el instaurar una jornada para el carameleo parejero tiene bien poco asidero según yo. Para que me entiendan mejor, si usted se hace drama o atado porque está otra vez sólo para el 14 de febrero, lamento decirle que el sistema le tiene corrompido el cerebro.

No se espante. Vivimos en un país dónde se discrimina al soltero. Hablaba ayer con una amiga que miraba con decepción sus 25 años sin marido, como si su futuro título universitario o sus inmejorables perspectivas profesionales no inclinaran la balanza hacia el lado bueno de la vida. Y es que la crianza en este Chile matriarcal apunta hacia las malditas expectativas. Estudia, cásate, ten hijos e hipoteca antes de los 30 si no quieres ser fracasado. Si eres hombre soltero a esa edad o eres gay o encarnas al Mr Big de Sex And The City, aquél individuo incapaz de comprometerse por inmadurez y egoísmo crónico. Analistas sociales basados en un guión que podría escribir cualquiera con sólo dos dedos de frente.

Si no piensas así, aún debes destinar algo de tiempo en explicarle a los amigos –que te hacen citas a ciegas o invitan a la soltera de turno para ver si “le enganchas”- que estar sólo no es una incapacidad. Es una opción.

Entonces, en un país dónde el romanticismo se vuelve establishmen –el mercado local sólo destina para los solteros de hoy alguna que otra fiesta donde puedas encontrar pareja, o sea, “dale con que va a llover”- muchos singles pueden llegar a convertirse en bichos raros, lo que es un riesgo porque, como insisto, en el fondo se trata de amor. Y el amor, entiendo, no se fuerza ni menos se compra en la farmacia.

O es que acaso me quedé pegado en ese día tan feliz, cuando en pleno jolgorio universitario, mi bella polola de ese entonces se levantó a comprar cigarros y pude, por un minuto, percatarme del resto, entre quienes vi la cara de una chica, una “invitada” más, la compañera de pensión de otra contertulia, una que iba por la ocasión, para socializar. Nunca la había visto. Dos días después ya no estaba pololeando. Sólo porque supe que si no ibas a ser fiel, mejor no. Más aún, aprendí que el amor no es como el fútbol, no valen los procesos, ni la inversión de tiempo. Esta cuestión es siempre por mera química. No hay que meter las expectativas, las metas propias o las esperanzas ayunas en algo tan natural. ¿O usted lo haría para quedar bien con su yo social?

¡¡¡SIGA VOTANDO PORQUE VAMOS PARA LOS 250… MICHELLE NO SE MERECE MENOS!!!

Lo que escucho: Hunting Hig and Low – Coldplay. (A Rush Of B Sides To Your Head, 2003). Chris Martin se espantó porque la productora del evento cobraba 40 lucas por el ticket más barato. Más impresentable es que un músico de supuesta lucha contra la pobreza no sepa cuánto se mercadea con su nombre en el tercer mundo. Habrá que perdérselo. Todo sea por la “Operación Pet Shop Boys” de marzo próximo. A veces, hay que elegir en la vida… Y si la canción le sonó conocida es porque originalmente la popularizó el grupo noruego A-Ha, en otro de sus incontables clásicos de new wave ochenteno. (Aquí la original)

# Opinó... RIPNE a las 12:09 a. m.