El Pinto Elemento

Un arrebato. Nada mejor que combatir la cuarentena de estrés –quienes me tienen integrado en el msn saben de qué hablo- con algún minuto memorable.

Versiono a Caszely. Domingo por la mañana, temprano al terminal me voy. Al rompe y raja. Si quedan entradas bien. Si no, bien igual. De vez en cuando viene bien un break.

Cuatro de la tarde y ya tenía una preocupación menos. Con ticket en mano sólo faltaba entrar y agarrar una ubicación decente. Dos horas más tarde ya estaba instalado, con buena visión –la ventaja de llegar temprano, ehhh- y asombrado por lo inhóspito del lugar. Si hay un cuchitril indecente para hacer conciertos es la mítica Estación Mapocho. Mala acústica y un pasillo atmosférico que te lleva del frío al calor en cosa de segundos. Un invernadero con letreros gigantes de auspicio como adorno.

Buen ambiente. Pura gente de mi edad, nada de pendejos odiosos del tipo soy electrónico –hablando hueas, hablando hueas…- y una probada selección de hits sintpoperos de los ’80 acortaban la espera. Poco después de las nueve aparecen los bailarines y coristas, vestidos a la usanza del dúo. Tennant –de riguroso negro y sombrero- y Low –con un polerón verde fluroescente- aparecen en escena y hacen olvidar el eco de la mala resonancia. Puro beat clásico, liberador y la fiesta se arma sola. Neil canta “We re the Pet Shop Boys” y su voz luce como siempre, inalterable. Saluda y anuncia el repertorio díptico de históricas y nuevas canciones. El escenario brilla entre luces de neón y mucho color fosforescente.

“Left To My Own Devices” continuó el flirteo sónico. Un temón que precede a la primera explosión del público ante la ironía política de “I’m With Stupid” contra Blair y Bush, algo de lo nuevo que junto a "Minimal" demuestran in situ uno de los cambios innegables de la marca en este Fundamental Tour. Pet Shop Boys ya no es ese fenómeno pop que en escena exhibe su preocupación por las igualdades sexuales.

Lo otro, es que aún conservan la teatralidad de sus shows aunque esta vez apelan a la simpleza en escena. Pantallas gigantes con videos de épocas anteriores, performances simples y emergentes, despliegue elegante, vestuarios llamativos en claves de gala, deportivo, mexicanos, militares...
CAN YOU FORGIVE HER- PET SHOP BOYS. (Very, 1993)

No pensé que escucharía la tremenda "Can You Forgive Her", o “Se A Vida E”, vibré con “Heart”, "West end Girls", “Domino Dancing”, “It’s A Sin”, "Where The Streets have No Name", “Always On My Mind”, "Sodom And Gomorra Show", me emocioné con la magistral interpretación de “Rent” o el homenaje a la Lady D con “Dreaming Of The Queen”. Igual me quedé con las ganas de corear “Liberation”, “Loves Come Quickly” o “To Face the Truth”. Pero... La suma dice que esto fue un verdadero lujo. Un concierto formidable.

Como niños desprendidos del prejuicio que nos hizo reír por insana discriminación -cada vez que veíamos a Village People- coreamos el inmortal cover de “Go West”. Que calor, que calor... sin expectativas es mejor.

Once de la noche, de Go West a entonar Go South. Había que combatir el Transantiago, ya sin Metro disponible. La 202 hasta Alameda y la 210 para llegar al terminal. De los 20 minutos por subterráneo en la ida pasé a 52 de los mismos entre espera y trasbordo por las callecitas de Malos Aires. Los entiendo en su pataleo. Es un maldito caos, aunque ni siquiera alcanzó para estresarme. Tras semejante escape, llegar a esta lúgubre ciudad, dormir poco y asumir la misma carga de fastidio es nuevamente soportable... Santiago y sus conciertos de verdad me regalan pila, más cuando la causa sale del escape pasajero. La improvisación siempre vale la pena.

Lo que escucho: Liberation- Pet Shop Boys (Very, 1993) : Una de las que no tocaron... La más hermosa canción de amor para historias que recién empiezan. Se echó de menos... Es que como bien dicen los inconformistas, nada puede ser perfecto.

# Opinó... RIPNE a las 10:54 p. m.