El Pinto Elemento

Con esto del feed back uno encuentra tema inspirador en todos lados. En el blog de Leonardo hay una historia personal que me dotó para las próximas dos publicaciones, contando esta. No es malo. Una es más profunda. La otra, absolutamente baladí. Empiezo por la segunda.

Envejecer. ¿Cómo algo tan crucial se toma a la ligera? Acá, todo se puede.

Haciendo memoria me acordé que tengo dos canas… No diez, ni varias en un sector específico…. No. Dos malditas canas. Una en el pelo, me la descubrió la peluquera –que es pésima estilista pero sus pechugas en el espejo son un fetiche innegable- y la otra me la encontró mi ex, diez años menor, mientras me masajeaba la barba de tres días entre otras cosas. Me dijo "uyyy, en quince años serás un viejo rico". Se le despachó, como ameritaba el caso.

Reconozco que en ambas ocasiones se me pasó la vida en 15 segundos, como los que van a morir en las películas.

Me preocupó el tema... He averiguado. Sé que su aparición es un proceso normal e irreversible propio del envejecimiento y condicionado por factores hereditarios. Ahora bien, existen casos –los menos- en que las canas son síntomas o consecuencia de enfermedades o de procesos de estrés laboral o emocional. O sea, me inclino por lo segundo en mi caso aunque hace un año me pillé a un primo veinteañero en la calle y tenía la cabeza más blanca que la de Vodanovic. Capaz que sea algo de familia.

Igual en el momento en que las descubrí hice todo un rito. Las saqué de raiz, con todo cuidado y las quemé tras rezarles un verso tibetano inspirado en la inmortalidad del cangrejo. Nunca más aparecieron. Menos mal, estoy muy joven aún.

Cómo será mi preocupación que he proyectado mi vejez del futuro, para saber si seré como Sean Connery, Noguera o Bin Laden. Si la herencia se hace presente estaré condenado a la calvicie central, esa del estadio vacío… Según algunos soy narcisista. Consideran impropio mi carácter consumista inspirado en el mesón del Rote Rose. El mismo que gatilló una amiga comerciante, que me advirtió sobre la tendencia a las arrugas de mi rostro y con ello me hizo amigo yunta del Q10. Igual, diré que me peino poco, trato de cuidarme en lo mínimo y tal. Pero de ahí a dejar que me crezcan dos canas es mucho. Sobre mi cadáver. Antes muerto que sencillo...

¿Usted es muy ególatra? ¿O tal vez preocupado? ¿Se cuida o más bien se deja estar? Muchos de los que postean acá no tienen lío alguno, son niños de pecho -con todo respeto- con sobredosis de neurona. Cuidado, nunca sabes cuando una cana desgraciada te pone en el camino del inefable reloj natural.

# Opinó... RIPNE a las 10:36 p. m.