El Pinto Elemento

El Rito - Soda Stereo (El Último Concierto, 1997): Porque nada es casualidad…

Canción Animal - Soda Stereo (Inédito, búsquenlo como El Último Ensayo): Los bajos instintos de la banda. Rasgos escondidos de una canción dulcemente flagelante.

Disco Eterno – Soda Stereo (El Último Concierto, 1997): Hay que abrir el sueño estéreo, muchachos. No hay mejor bandera de lucha, no hay locura o divertimento más real, más verdadero. Hay que crear esa dimensión...

Trátame Suavemente – Soda Stereo (El Último Concierto, 1997): Yo no puse tus miedos dónde están guardados. Y aún así, podría quitártelos si al hacerlo me desgarras…

Que me perdone Bono y sus dos portentos de show en el mismo suelo, me excuso con Mister Jackson y su clase del ’93, de qué sirvió su verborrea, Sir Williams, si sólo me hizo reír a carcajadas, mis respetos a todos los que pasaron por mi vista y oídos desplegando lo mejor de lo vuestro. No son pocos, la gran mayoría cumplió de sobra con las expectativas. Pero se quedaron en segundo lugar. Quizás por eso mismo. Porque ésta vez, no iba con expectativas. No soy fanático de Soda. Sí, le reconozco un factor vivencial a varias canciones. Y ni siquiera eso juega ésta vez. Simplemente, la noche del reencuentro fue eso. Un reencuentro absoluto, de muchos matices, de variedad de sensaciones. Contra eso, nada es superior.

Un Millón de Años Luz – Soda Stereo (El Último Concierto, 1997): Y esa noche fue larga. Y aún así, no saqué mi perversión…

Picnic en el Cuarto B - Soda Stereo (Doble Vida, 1988): Mis años de colegio en una sola estrofa. Cuando mi majestad se perdía entre la multitud…

No Existes Soda Stereo (El Último Concierto, 1997): ¿Habrá mejor canción que ésta para enarbolar un quiebre?

En El Séptimo Día - Soda Stereo (El Último Concierto, 1997): Sólo Dios sabe qué… No descansaré.

Serviría decir que el viaje de ida fue de 8 y no de 6 horas -gracias Tur Bus por tan mal servicio- como estaba presupuestado, que ni siquiera tenía un ticket seguro en la mano, que la ubicación de espectador en cancha estaba insufrible como siempre. Nada resta. Sólo hay números azules.

Si usted se perdió el recital y no sació su sed de Soda Stereo en Chile puede estar tranquilo. Ya se lo perdió y no lo va a reponer con ningún otro similar. Y de seguro, no tendrá argumentos suficientes para rebatirme el concepto que le endoso a esa sensación de pérdida, eso claro, si es que algo en su propia banda sonora considera que el trío tiene pertenencia vigente.

Por transversalidad, por evocación, por presencia, éste es uno de los mejores recitales que se hayan visto en el Estadio Nacional. O al menos para mi. Y conste que llevo varios. Ninguno como éste. Una sobredosis de emoción que jamás creí poder resistir. De esas que nada ocultan en cada sensación. De esos que te recuerdan que nada volverá a ser como fue. De felicidad al extremo en un mar de personas, un colectivo gigante dónde nadie sabe de mi y yo soy parte de todos. Un recital de ruido tan blanco que las imágenes retro transformaron un día común en la superficie en un eterno juego de seducción. Uno que tardó en llegar pero que en cómo en la canción, al final tuvo recompensa. Pregúntele a quien sea que haya estado ahí…
Qué. ¿Encuentran que le puse mucho? Okey... Entonces, despiértenme cuando pase el temblor.

Cae El Sol – Soda Stereo (El Último Concierto, 1997): Anduve caminando por calles al azar, por calles vacías, Ñuñoa, Santiago, humedad… Sale el sol. Y aún sigo soñando.

# Opinó... RIPNE a las 1:08 a. m.